La edición de 2022 de este festival fue premiada como el mejor ‘Photo Festival of the Year’ en los Premios Lucie de Nueva York. Tras este reconocimiento, era obligada la visita a este encuentro con la fotografía en Reggio Emilia (Italia). Además, el argumento central de este año presenta una absoluta actualidad: “Europe matters. Visiones de una identidad inquieta”, elegido por una dirección artística compuesta por Tim Clark (editor de ‘1000 Words’ y comisario del Photo London Discovery), Walter Guadagnini (historiador de la fotografía y Director del CAMERA – Centro Italiano para la Fotografía) y Luce Lebart (historiadora de la fotografía, coautora de ‘Une histoire mondiale des femmes photographes’, comisaria e investigadora de la colección del Archive of Modern Conflict).
Si iniciamos por el tema que da cuerpo a esta edición, es obvio que la actual guerra entre Ucrania y Rusia, además de diversos acontecimientos recientes como el Brexit, el auge de movimientos nacionalistas y la pandemia, han puesto a prueba la Unión Europea y la idea de una Europa como espacio en común frente a los retos de nuestro tiempo. Por ello, el Festival la ha considerado un interesante campo de pruebas para propuestas formales y experimentos sociales. No obstante, antes de entrar a comentar el programa de este año, se podría recordar un texto de Agnes Heller, ‘Tradición y nuevo inicio en Hannah Arendt’, que parte de la metáfora de Goethe “construir una casa” como aporía. Goethe afirmaba que cada uno de nosotros construiremos una nueva casa, la cual será entregada a otros que, a su vez, la cambiarán, si bien nadie logrará terminarla, quedando todos dentro de una espiral de continuas herencias y reconstrucciones.
¿Cuál es legado recibido y cuál es la Europa que queremos? Si se evitan preguntas como esta, no se puede fundar lo común de manera positiva, quedando atrapados entre pasado y futuro, en debates que añoran un bienestar perdido o que únicamente se preocupan por la supervivencia inmediata. El Festival ha querido cargarse de preguntas desde las que divisar otros amaneceres culturales.
Al fin y al cabo, Europa es hija de la utopía, pero ello no debe evitar el análisis de sus contradicciones. De ahí que el carácter reivindicativo y el compromiso político estén muy presentes en varias de las exposiciones, sobre todo en aquellas que giran en torno a esa obsesión sobre la que tanto reflexionó Jean Clair: la “identidad y su otro”.
En efecto, cuestiones vinculadas a la raza o el colonialismo aparecen en la obra de Mónica de Miranda; los derechos relativos a cuestiones sexuales o de género están presentes en la mirada de Jean-Marc Caimi & Valentina Piccinni sobre Turquía, o en The Archive of Public Protests (APP) sobre Polonia; u otras situaciones de marcado carácter nacional y/o relacionadas con la guerra constituyen el relato de Camilla de Maffei sobre Albania, ‘Odesa’ de la ucraniana Yelena Yemchuk, o ‘No Home from War’ de Ivor Prickett, que aborda escenarios de Croacia, Serbia, Siria, Irak y Ucrania. Aun así, no predomina un carácter negativo o luctuoso, como demuestra la Colección Ars Aevi, que desde Sarajevo muestra otras circunstancias donde la denuncia no está reñida con la ironía.
De hecho, la idea de “frontera” también está muy presente en ‘Bilateral’, de Samuel Gratacap, o incluso emergen realidades en los márgenes de lo cotidiano, como en ‘L’Or des ruines’ de Geoffroy Mathieu o en ‘De la mer à la terre’ de Cédrine Scheidig.
Otras propuestas adquieren un carácter más poético, como el mito de Europa actualizado por Myriam Meloni, el proyecto multimedia de Alessia Rollo, que descubre fuerzas ancestrales del sur de Italia, la reflexión sobre la oscuridad de Mattia Balsamini, o los discursos sobre la comunidad, el bien común o la utopía en la obra de Ariane Loze.
Y no se puede olvidar el homenaje a grandes clásicos, como Sabine Weiss, de sus retratos y trabajo para revistas de moda a impactantes escenas de corte social, Roberto Masotti un año después de su muerte, Antonio Sansone, o también Alberto Franchetti en la Biblioteca Panizzi junto con ‘Flashback’, que recuerda la edición del festival de 2007. Además, ha adquirido un merecido protagonismo la sugerente ‘Un piede nell’Eden’, que parte del gran Luigi Ghirri, para dialogar con otros fotógrafos famosos, como Joan Fontcuberta, Mimmo Jodice, Gianni Leone, George Tatge, Ernesto Tuliozi, Varena von Gagern, Cuchi White… al mismo tiempo que se atreven con otras declinaciones del tema autores como David Stewart o Kai-Uwe Schulte-Bunert.
A ello hay que añadir el Premio Luigi Ghirri 2023 a Eleonora Agostini, Andrea Camiolo, Sofiya Chotyrbok, Davide Degano, Carlo Lombardi, Giulia Mangione y Eleonora Paciullo.
Todas estas muestras están en localizaciones particulares, edificios históricos de Reggio Emilia entre los que destacan los Chiostri di San Pietro, un conjunto restaurado en parte, que se presta perfectamente para grandes conferencias públicas o exposiciones más clásicas en su zona más monumental, dejando una rehabilitación respetuosa con la ruina para las obras más experimentales y que buscan provocar una impresión fuerte en el espectador. También resulta fabuloso el Palazzo dei Musei, un museo de museos que alberga desde gabinetes de ciencias del siglo XIX a espacios para explicar las distintas civilizaciones que han poblado la zona; además, presenta una fisonomía diferente en cada planta y la posibilidad de intervenir con fotografía en varios espacios. Por último, una de las grandes sorpresas para los extranjeros es la Colección Maramotti, que reúne piezas impresionantes de los últimos 50 años.
Asimismo, el Circuito Off cuenta con un programa descomunal, repartido por todo el casco antiguo de la ciudad e incluso por la provincia, con una especial densidad de propuestas en la via Roma o en los alrededores de los Chiostri di San Pietro. Estas actividades han transmitido una enérgica implicación del tejido social en torno al Festival y la oportunidad para que algunas galerías locales se atrevan a producir exposiciones de mayor ambición, como ha sido el caso del Spazio C21, que llamó al vallisoletano Gonzalo Borondo, cuyo proyecto ‘site specific’ ha tenido el mismo éxito rotundo que su reciente ‘Settimo Giorno’ en Bolonia –que ya comentamos.
Como se puede imaginar, además de las exposiciones, ha sido intenso el programa de actividades, desde el proyecto formativo llevado a cabo por Elena Mazzi a conferencias y presentaciones de libros, además de conciertos y otras piezas sonoras experimentales.
En su conjunto, este año ha contado con un equilibrado conjunto de propuestas, que van de autores consagrados a agradables e interesantes descubrimientos, además de aportar un necesario foro sobre Europa, que emociona en ocasiones y que con frecuencia nos hace pensar en sus retos y posibles derivas.
De hecho, recordando el dilema planteado por Heller y Arendt, podríamos establecer como conclusión de esta edición un par dialéctico para abordar ese lugar común al que pertenecemos: utopía y desencanto. Así lo defendió hace tiempo Claudio Magris, uno de los escritores que encarna la complejidad y riqueza que supone ser europeo: «El desencanto corrige la utopía, refuerza su elemento fundamental, la esperanza (…) El desencanto es una forma irónica, melancólica y aguerrida de la esperanza; modera su ‘pathos’ profético y generosamente optimista, que subestima fácilmente las pavorosas posibilidades de regresión, de discontinuidad, de trágica barbarie latentes en la historia». Esta es la Europa retratada en Reggio Emilia para abrir nuevos horizontes desde la fotografía.