Por: Pedro Medina |
En ‘Tradición y nuevo inicio’ Agnes Heller parte de una metáfora de Goethe, “construir una casa”, como aporía. El pensador alemán afirmaba que todos al nacer construiremos una casa nueva, la cual será heredada por otra persona que la cambiará, aunque ninguno la terminará. La paradoja se presenta al considerar que todo ser humano que viene al mundo edificará una casa ‘nueva’, siendo la misma persona la que ‘hereda’ la casa de la generación precedente para renovarla y reconstruirla.
En definitiva, es el antiguo conflicto entre pasado y futuro, revolución y tradición, conflicto de generaciones… Así, siguiendo a Agnes Heller, tras los pasos de Hannah Arendt, nos encontramos con una realidad: estamos atrapados entre pasado y futuro. La cuestión de fondo es que actuar se observa como algo necesario, aunque podría romper el enlace con la tradición; justo por ello, también se es consciente de un hecho: quien pierde la tradición, pierde un “tesoro”. Lo interesante en la evolución del pensamiento de la filósofa hebrea es que cambiará el significado de “nuevo inicio” y de “tradición”, haciendo posible su inserción en una teoría unificada. Esto lo considera Agnes Heller una de sus mayores conquistas, ya que sus historias tienen que ver siempre con un aquí y ahora.
Estas cuestiones con frecuencia son discutidas en Italia, el país con mayor patrimonio UNESCO del mundo, y constituyen una problemática siempre pendiente de solución entre pasado y modernidad, conservación del patrimonio y mercantilización de la cultura, como planteábamos recientemente a raíz de Venecia.
Un lugar privilegiado para considerar estas cuestiones, dentro del ámbito específico de la arquitectura, ha sido el congreso ‘Architects meet in Selinunte’, celebrado entre el 23 y el 25 de junio de 2022 en Sicilia en el impresionante parque arqueológico de Selinunte. Esta undécima edición ha sido organizada –como las anteriores– por la AIAC (Asociación Italiana de Arquitectura y Crítica), cuyo presidente, Luigi Prestinenza Puglisi, acaba de dar también por cerrada su ‘Historia de la arquitectura moderna’, traducida a varios idiomas.
Este año ha girado en torno al argumento “regenerar – recalificar – reiniciar”, en vista de las oportunidades generadas por las distintas ayudas a la financiación de proyectos y las políticas de desgravación fiscal en Italia, prestando especial atención a las diversas variantes de “hospitalidad”, la oferta turística y la remodelación de conjuntos históricos.
Estos argumentos son de indudable actualidad, también considerando investigaciones recientes, como el impactante ‘Incompiuto: La nascita di uno Stile / The Birth of a Style’, donde se registra la enorme cantidad de obras públicas sin terminar en Italia, que dejan un paisaje impresionante de grandes ruinas contemporáneas, buena parte de las mismas concentradas en el sur del país, hasta el punto de considerar sus autores que “lo incompleto” es el más importante estilo arquitectónico en Italia desde la II Guerra Mundial.
Es por ello que precisamente cobra más relevancia que este congreso haya partido de conceptos propositivos, para establecer un punto de partida que genere una discusión plural, que también tenga en cuenta una frase presente en la práctica totalidad de las entrevistas realizadas: “El peso de la historia”.
El desarrollo de este evento comenzó con la exposición de numerosos proyectos, gran parte de los mismos situados en centros históricos, pasando también a la reflexión colectiva de argumentos más generales, como la crisis de la ciudad, en la mesa redonda protagonizada por Marco Visconti, Alberto Cecchetto y Gianluca Peluffo, que estableció horizontes para la arquitectura italiana, al mismo tiempo que diferenciaba las oportunidades y problemas derivados de políticas culturales y planes estratégicos.
En efecto, la variedad de formatos es uno de los atractivos de este congreso, que suele iniciar con la presentación de trabajos por parte de estudios de arquitectura, seguida de casos ejemplares, que son premiados, donde la iniciativa privada crea líneas de actuación que pueden servir de modelo de regeneración urbana, como el Farm Cutural Park de Favara, fundado por Andrea Bartoli, que ofrece un panorama del sur diferente al que emana de ‘Incompiuto’.
De hecho, hablando aún del formato del congreso, hay que recordar también las ‘performances’ realizadas al atardecer, concebidas por Vito Maria Mancuso, Giuseppe Todaro, Alfredo Giammanca y Antonio Mauro, que le otorgan un carácter participativo, mientras se aprovecha el magnífico escenario del parque arqueológico de Selinunte, en el que también se puede hallar una exposición con los resultados fotográficos del taller del IUAV ‘A Future Ruin’, dirigido por José Pedro Cortes. De hecho, cabe mencionar que hasta hace unos años, en paralelo a las presentaciones y debates para profesionales, se desarrollaban diferentes talleres para estudiantes, una iniciativa que tuvo tanto éxito que se ha desligado de Selinunte, por cuestiones logísticas, y ahora se celebra separadamente en Ostia Antica.
Este año los premios han sido de lo más variado. Entre los mismos, destacamos el Premio nacional a un estudio grande como ONEWORKS, representado por Leonardo Cavalli, y los internacionales a las poéticas construcciones del argentino Diego Arraigada (Diego Arraigada Arquitectos), el compromiso de la ucraniana Ivanna Gaidarzhy, perteneciente a Sivak+Partners, y la innovación del Studio Haworth Tompkins, personalizado en Chris Fellner.
En definitiva, de estos encuentros se extraen muchas enseñanzas concretas como identificar las prioridades de redes y centros históricos o las carencias legislativas y de procedimiento para las nuevas realidades, descubrir nuevas metodologías de trabajo, cómo la arquitectura puede incidir en los procesos democráticos, cómo aportar valor a los proyectos, cómo construir sin generar deshechos, compartir prácticas de sostenibilidad, anunciar tendencias… Sin embargo, más allá de soluciones prácticas, destaca el espíritu de un evento orientado a reflexionar y a construir comunidad, palabras que en otros casos son vacías, pero que en Selinunte llevan creando una sólida red desde hace tiempo.
Ello no esconde los problemas de la actualidad, sino que ayuda a enfrentarlos, construyendo un horizonte de colaboración e hibridación que puede traducirse en un posicionamiento más flexible a la hora de enfrentarse al desafío de proyectar hoy. Desde el mismo se piensa el futuro de las ciudades, sabiendo que este será escrito en futuro imperfecto, pues todo habitar tendrá que considerarse un ejercicio abierto, que destierre unilateralidades de la nueva casa.