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Víctor Grippo. Galería 1 Mira

Artista y científico. Vertebrador de experiencias. Alquimista y chamán, albañil, cantero, cocinero y orfebre, carpintero e intelectual. Argentino, hijo de inmigrantes italianos, amante de su tierra latinoamericana, comprometido con su tiempo, su país y su comunidad. Víctor Grippo (Junín, 1936 – Buenos Aires, 2002) persigue con su obra la transformación del individuo y de la sociedad, para alcanzar un grado de conciencia en el que “el arte sea un estado exacto del hombre”. Y lo demuestra empíricamente al resignificar la papa —un alimento pobre, de origen latinoamericano, el tubérculo que conquistó Europa en el siglo XVI— y establecer una analogía entre la energía eléctrica que produce y la capacidad cognoscitiva de la mente humana. A partir de ahí, “la asimilación de la papa con la piedra, arranque de toda la sabiduría en la tradición alquímica.

El cargado clima político del Buenos Aires de los años setenta es también un momento de gran efervescencia ideológica y cultural. Durante los últimos años del Instituto Di Tella, Grippo estudia química en La Plata y su mayor afinidad está con el aún innominado arte conceptual, más tarde Arte de Sistemas. Forma parte del Grupo de los Trece, liderado por Glusberg, en el Centro de Arte y Comunicación, CAyC. “En un texto tan temprano como Sistema, 1966, Grippo considera que el fenómeno artístico involucra las instancias de artista/emisor, obra/canal y público/receptor, en consonancia con la semiología y la lingüística estructural” (Ana Longoni). Dos óleos sobre lienzo, ST, 1966, representan el mundo del trabajo moderno, de las máquinas: circuitos que forman un sistema que más adelante se transpone al lenguaje simbólico del autor, como evidencian obras germinales como NH3, 1971, o Hipótesis sobre la modificación del proceso fotográfico, 1972, en las que Grippo reflexiona sobre el valor de la fotografía como proceso químico y artístico. En 1972 presenta Analogía I, primera obra en la que utiliza la papa como material productor de energía, en su relación con la conciencia humana. Tras esto se sucederán otras, como Tiempo, 1991, o La papa dora la papa, la conciencia ilumina la conciencia ,1978, que actualmente se exhibe en la muestra de la Colección Steinbruch en el MNCARS, en la que el autor restablece la ecuación arte+ciencia+metafísica en una única búsqueda.

Cada nueva obra supone un experimento poético y científico en sí mismo, un segmento de significado que aporta un dato más a la demostración del sistema general que la conforme. “Una marca sobre otra marca, una gestión de inscripción, no de cancelación, nunca de clausura” (Marcelo Pacheco). En Pinturas, 1975-76, vemos la papa que germina a la luz de la luna, levita y es cincelada por el escultor en busca del alma de la piedra. La obra Algunos oficios, 1976, “más allá de ser un verdadero himno al trabajo como elemento constitutivo del hombre, trata de disolver las escalas de valor tradicional entre arte y artesanía en una imagen de reciprocidad” (Guy Brett). Así, el artista afirma que cuando el hombre creó la primera herramienta, creó la primera obra de arte.

Todo en movimiento es el título de la primera exposición individual de Víctor Grippo en Madrid, en la galería 1 Mira Madrid . Por su contundencia y singularidad posee una ambición museística al ofrecer una nueva visión del artista, ya que buena parte de la obra y los documentos presentados son inéditos, provienen del archivo Grippo de Buenos Aires, dirigido por su viuda, Nidia Olmos, en colaboración con su hija Paulina Vera y su nieta Olivia Coll. El título de la muestra alude a otra obra, Todo en marcha(Índice del movimiento general de los seres y de las cosas), 1973, que apunta al mecanismo interno del trabajo de Grippo en plena ignición. A los veinte años del fallecimiento del autor, esta —que tiene un lugar de modo complementario en la galería de la calle Argumosa y en la feria internacional ARCO con la obra Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza o Energía vegetal , 1977— supone un momento clave para la obra de Grippo, en el que se produce una nueva apertura de su significado: el intercambio entre el ser humano y el ser vegetal que prefigura ideas esenciales relativas al conflicto ecológico actual.

En Vida, Muerte, Resurrección, 1980, hoy en la colección del MoMA NYC, el artista apunta a un nacimiento inverso, en el que los gases generados por la putrefacción de unas alubias son más fuertes que el plomo, haciendo estallar esas formas geométricas elementales que las contienen. Todo un juego alegórico en el que el valor vital natural (las alubias) vence a lo inerte (el plomo).

Para Grippo, lo científico está originariamente incluido en lo artístico, como lo estaría para Lucrecio. De Rerum Natura obedece a un tiempo en el que física y poética son la misma cosa, vínculo que la modernidad escindirá. El autor acude a la alquimia como antigua rama de la física y la química actual. Esta opera en su obra como una lógica interna, una corriente subterránea simbólica que la cohesiona. “Grippo no polemiza en los términos que propone el debate cultural de su tiempo (…) su opción es crear un reservorio de valores desde los que la imaginación pueda ensayar formas nuevas de pensar el mundo” (Andrea Giunta).

La plomada en la obra Opuestos (Opuestos-Contacto-Unión) aparece por vez primera en 1981 y da inicio a una extensa serie que el artista desarrolla hasta el final de su vida, cuyo tema central es el Equilibrio: Relieve (Sutil), 1983 Los D dibujos , 1968-1988, esbozan nuevas ideas y complementan la línea de trabajo desarrollado en la escultura. En La Comida del artista (Puerta amplia – Mesa estrecha), 1991, el autor desarrolla todo un significado en torno a la mesa y el umbral, los bancos y los alimentos, que aparecen negados en su función y ceden paso a los símbolos: pan y maíz quemados, huevo de oro, berenjenas secas. Apela a la geofagia como práctica en aquellas regiones del mundo donde la pobreza obliga a asar la tierra ya comerla. El significado sugiere una idea de muerte, de sacrificio, mesa divina y humana, la cosmogonía que Grippo atribuye al artista.

El silencio apunta a un espacio atemporal metafísico con volúmenes en yeso y madera blanca, de significado oculto, inmersos en una calma suspendida: Cercando la luce, 1989. Comentarios a la idea de progreso conviven con una esperanza visionaria en la que “la acción y la contemplación será un solo acto apacible, que acompañe a la naturaleza en su unidad” (Víctor Grippo). En Anónimos, 1998-2001, la figura humana se ha tornado informe, sin expresión, casi sin vida, en contraposición a aquella comunidad viva y alegre que rodeaba al horno.

La acción curatorial Ritual del Pan y las Cenizas, 2015, editada en colaboración con Benito Macías como ensayo visual en vídeo, se inscribe en la XII Bienal de La Habana y surge de la propuesta de Nidia Olmos, en su voluntad de nombrar el lugar en el que descansan las cenizas del artista. En paralelo, tiene lugar la reactivación de la obra Construcción del Horno popular para hacer pan, 1972, que fue censurada a los dos días de su instalación en una céntrica plaza de Buenos Aires. De nuevo, nos encontramos ante un objeto artesanal, popular (horno), desplazado de su entorno rural y convertido en arma de acción social. En su reactivación, el horno coció y repartió pan entre los transeúntes en Cuba, donde hoy permanece para uso de la comunidad. en su Ensayo sobre el don. forma y función del intercambio, el antropólogo Marcel Mauss analiza cómo los actos de dar, recibir y devolver crean un mecanismo circular que fortalece la cohesión social, una suerte de micropolítica transformadora. Así, la obra de Víctor Grippo.

LUGAR: Galería 1 Mira
FECHAS: hasta el 18 de marzo de 2023
WEB: https://1miramadrid.com/es/exhibitions/victor-grippo-2

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