La exposición se estructura en cuatro secciones diferentes, completadas con un audiovisual final, en un espacio anexo donde se desarrollan algunos aspectos del uso de los carruajes a lo largo de la historia.
La exposición En movimiento. Vehículos y carruajes de Patrimonio Nacional realiza un recorrido cronológico y temático por la historia del carruaje en España y de su papel en la representación exterior de la monarquía desde el siglo XVI hasta el siglo XX.
Estos vehículos fueron realizados por artesanos altamente especializados que supieron aunar la perfección técnica con una enorme creatividad y sensibilidad estética. Como resultado, los carruajes son obras de arte capaces de proporcionar confort y seguridad a los pasajeros.
En la exposición se abordan temas muy variados relacionados con los viajes de los monarcas y el uso de los carruajes en la corte. Para ello, se han incluido un número importante de pinturas y otros objetos que aportan información de carácter visual o documental imprescindible para entender cómo y quiénes utilizaron los coches de caballos.
Durante el siglo XVI se consolidan los estados modernos europeos, cumpliendo la monarquía un papel central en el ejercicio del poder político. Los reyes debían viajar frecuentemente para controlar y hacer efectivo su dominio a lo largo de extensos territorios, en un contexto de múltiples conflictos. Las alianzas matrimoniales favorecieron el mantenimiento en el poder de ciertas dinastías y para ello las personas reales o sus representantes tuvieron que realizar largos viajes.
Entre los siglos XVI y XVII, se produjo el desarrollo del carruaje, no solo como un medio de transporte de mayor complejidad que debía hacer más llevaderos los viajes, sino también como consecuencia de las transformaciones que se estaban produciendo en la etiqueta que regulaba la relación del monarca con sus súbditos.
Junto a estas novedades, se mantuvo el uso de literas, que utilizaban sobre todo las damas de la nobleza y las reinas. Los caballeros por su parte siguieron montando a caballo, una actividad reservada a nobles y soberanos.
El papel de las carrozas en la representación simbólica del poder de los monarcas tuvo su momento de esplendor en el marco de las cortes del Barroco. La corte es tanto una realidad política como una construcción cultural y social. En este escenario, creado en torno a los monarcas y el poder real, actúan muchos grupos sociales con diversos intereses y funciones: la alta nobleza, ministros, eclesiásticos, gentileshombres, criados, secretarios, embajadores y un largo etcétera. Existían normas de comportamiento y protocolos muy estrictos que consolidaban una estructura social muy jerarquizada.
La monarquía despliega en la ciudad, en sus edificios, plazas y avenidas, toda una escenografía de representación. Allí se desarrollaban ceremonias, fiestas y entradas solemnes en las que los carruajes tenían gran visibilidad como reflejo del poder y estatus de sus propietarios.
Durante el reinado de Felipe III (1598-1621) se intensificó el uso de los coches de caballos, pero fue sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII cuando se produjo una expansión de su presencia en las ciudades de toda Europa.
Durante el último tercio del siglo XVIII se habían producido una serie de innovaciones técnicas procedentes de Inglaterra que se difundieron por toda Europa. La mejora de la suspensión mediante la introducción de ballestas de acero en forma de “S” y las lanzas de acero que aumentaban su resistencia, permitieron impulsar el desarrollo de los vehículos y de la industria del coche a lo largo del siglo XIX.
En esta centuria se producen notables avances en el diseño de los vehículos, como la introducción de resortes de muelles o las ruedas con una llanta de una sola pieza. Mejora la seguridad y comodidad de los vehículos y también evoluciona el gusto estético.
Los coches de caballos más antiguos de las Reales Caballerizas se modernizaron o se sustituyen en este periodo por otros más modernos, pero a consecuencia de la Guerra de la Independencia y de la salida de Carlos IV, había pocos carruajes que pudieran cumplir con el servicio. Con motivo de la boda de Fernando VII con su cuarta y última esposa, María Cristina de Borbón, se encargaron tres coches de caballos a fabricantes madrileños, Fernando Rodríguez, Julián González y F. Durán, que son prueba del alto nivel que estos habían alcanzado: el landó de Bronces, el coche de Caoba y el coche de la Corona Real.
Durante el siglo XIX, la burguesía se incorporó a muchas de las actividades que anteriormente estaban reservadas a los nobles y monarcas. Actividades al aire libre como la caza, los paseos en coche de caballos y los deportes se fueron popularizando entre capas de la sociedad que se irían ampliando progresivamente. Los coches se diversificaron, surgieron multitud de tipologías para adaptarse a nuevos usos: el break con sus numerosas variantes, el char-à-bancs, el milord, las carretelas, etc. También en este periodo la infancia comienza a tener mayor relevancia y surgirán los carruajes para niños que solían estar conducidos por un perro, carnero o poni. Asimismo, debemos mencionar el uso de trineos en invierno, vehículos que ya venían utilizándose desde siglos atrás.
El desarrollo del ferrocarril y, más tarde, la aparición del automóvil, van desplazando los vehículos de tracción animal, que quedarán relegados en el siglo XX a actividades agrarias y en el caso de las carrozas, a un uso cada vez más restringido y de especial significación simbólica.
Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) las carrozas mantuvieron su papel de representación de la monarquía y se utilizaron en ceremonias como la boda del rey. También se continuaron usando en la Presentación de Cartas Credenciales de los embajadores, ceremonia que se sigue realizando en la actualidad, siguiendo en líneas generales la etiqueta fijada en el siglo XVIII.
Pero el automóvil fue imponiéndose como el principal medio de transporte. Alfonso XIII, que desde muy joven se interesó por el automovilismo como actividad deportiva, participó activamente en el impulso de la industria del automóvil en España, con encargos realizados a los talleres Elizalde o implicándose en el desarrollo de la compañía Hispano-Suiza, que creó en su honor el modelo “Alfonso XIII” entre 1911 y 1914.
Lamentablemente en Patrimonio Nacional no se conservan automóviles de aquella época, pero se custodian algunos vehículos importantes en la historia de la automoción, como los dos Mercedes-Benz fabricados entre 1939 y 1942, expuestos habitualmente en la Sala Histórica de la Guardia Real en El Pardo, donde pueden verse también modelos históricos de Rolls Royce, Cadillac y motos Harley Davidson que se utilizan en comitivas de recepción de Jefes de Estado o actos solemnes de gran trascendencia.
Galería de las Colecciones Reales. Sala de eemporales (planta -3).
Organiza: Patrimonio Nacional
Comisaria: María Isabel Rodríguez Marco
Hasta: junio 2024