Por: Piedad Solans |

KUNSTHAUS ZÜRICH, ZÜRICH

Una historia del cuerpo, del dolor y de la enfermedad está estrechamente vinculada a una epistemología y unas prácticas del saber a través de la medicina y de la ciencia basadas en fundamentos empíricos y racionales. No es casual que desde Empédocles, Hipócrates y Aristóteles, con su concepción de los elementos y de los seres vivos, el  concepto cartesiano del “engranaje” del cuerpo-máquina y las teorías de la evolución “natural”  darwinistas hasta los estudios psicoanalíticos en Freud o de psicosis en Lacan, la historia del cuerpo y de la medicina impliquen la astrología, la anatomía, la química, la biología, la física molecular, la psiquiatría, la ética y la filosofía.

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Bildlegende: Manon, Lachgas, 2019 Ausstellungsansicht Kunsthaus Zürich, 2022, Foto: Franca Candrian, Kunsthaus Zürich Courtesy of the artist, © 2022, ProLitteris, Zurich

El cuerpo, receptáculo de los principios y leyes de la naturaleza y del propio cosmos, es para la mirada un objeto a observar, calificar, identificar; una sustancia a rajar, coser, limpiar, diseccionar, cortar; la enfermedad como materia de análisis, hipótesis y mediciones. Puesto que de lo que se trata es de controlar el dolor y la muerte equilibrando los procesos de infección, putrefacción e inflamación, el desbordamiento de los órganos, de la sangre, los excesos o defectos de humores, fluidos y sustancias, el cuerpo –y el cadáver– son las disciplinas de un campo de  conocimiento basado en la investigación y la experimentación.

Desde las prácticas antiguas y medievales –extraer muelas, vendar huesos rotos, coser heridas, extirpar abscesos o vocear en el mercado las excelencias de un elixir– hasta la industria farmacéutica, médica y hospitalaria con sus métodos de diagnosis, radiología, profilaxis, asepsia, cirugía y anestesia; desde los exvotos, la magia y los pucheros de las brujas shakesperianas a los estudios de anatomía, fisiología y profilaxis del siglo XIX; desde las epidemias de peste, viruela, gripe y enfermedades como el lupus que han azotado a la humanidad hasta el SIDA y la pandemia de COVID-19, la lucha por detener la enfermedad y por eliminar el cadáver como foco de contagio –y superstición– ha adquirido, en ocasiones, dimensiones de control y representación totalitarias.

Las religiones se apropiaron de la potestad sobre el cuerpo –y el llamado “espíritu” –desde la metáfora, la imaginería religiosa, el martirio y la simbología, las ciencias se ocuparon de incluirlo –a veces a la fuerza, con tortura y con violencia– dentro de un orden universal, una economía y una tecnología. La enfermedad del cuerpo es la enfermedad del alma y un defecto de la máquina –sagrada o cartesiana– que corregir, regular y (en “soluciones” conocidas), eliminar. El cuerpo, el cadáver, el propio dolor y la curación no limitan su existencia al individuo, reducido a una fórmula, un informe o un desecho: son el lugar donde el dolor, las emociones y la esperanza de sanación se cruzan con prácticas sociales, colectivas, económicas, políticas transferidas a un sistema ideológico y público.

Take care: Kunst und Medizine (Cuídate: arte y enfermedad) aborda, bajo la curaduría de  Cathérine Hug, la relación desde el siglo XV y a lo largo de los siglos XIX y XX entre el arte y la medicina, entre las creencias y la tecnología, el cuerpo y la mente, el paciente y los médicos a través de trescientas obras de cincuenta artistas internacionales –Fra Angelico, Jan van der Velde, Albrecht Dürer, William Hogarth, Paul Klee, Louise Bourgeois, Joseph Beuys, Sophie Calle, Joseph Cornell, Honoré Daumier, Jean Dubuffet, Max Ernst, Alberto Giacometti, Duane Hanson, Damien Hirst, Rosemarie Trockel o Bruce Nauman, entre otra/os. Con el soporte de la Privatklnik Bethanien y la Universität Zürich LEM, la exposición revela el discurso científico, social y artístico en torno a la muerte, la salud y la enfermedad. Muestra la evolución de la medicina a través de piezas extraordinarias –botiquines y utensilios clínicos, maniquíes, modelos y moldes de órganos y huesos en cerámica, madera y metal, radiografías, libros, informes, estudios anatómicos y forenses, instrumentos como compases para localizar proyectiles en el cuerpo e incluso ofrendas votivas y cinturones de castidad– que se asocian en un prolijo montaje de forma asincrónica con las obras artísticas

Desarrollada en capítulos o contextos –Epidemias y pandemias, La mirada de la diagnosis y el sistema hospitalario, Farmacología e investigación de vanguardia, Profilaxis, Medicinas complementarias y auto-sanación– Take care: Kunst und Medizine  no presenta el arte como ilustración de la medicina sino el diálogo de dos sistemas fundamentales de la sociedad que tienen como punto común la importancia que dan a la mirada, la interpretación y hermenéutica de las imágenes y la propia visión como constitutiva del saber. Y si bien es cierto que en el Renacimiento y en la Ilustración, como en las vanguardias, los artistas colaboraron y abrieron perspectivas con sus estudios anatómicos, ópticos y de trigonometría al desarrollo de las ciencias y mostraron una gran curiosidad hacia las imágenes, los mapas cognitivos, los hallazgos de la mecánica y los ensayos médicos, incorporándolos a sus estéticas, a partir de finales del siglo XIX, utilizando diferentes lenguajes visuales procedentes de la radiografía, la dermatología, las prótesis y trasplantes, la farmacología, la biología, la genética, la digitalización de las imágenes corporales y el propio sistema médico, emprenden una crítica mordaz, irónica o sarcástica del sistema farmacéutico y hospitalario, mostrándolo como administrador de una tortura fría, aséptica o brutal sobre un cuerpo desvinculado del sujeto y de las problemáticas biopolíticas de la salud, la enfermedad y la comunidad.

A la objetivación y funcionalidad del cuerpo las/os artistas oponen la subjetividad, la percepción, las energías curativas de los elementos y la acción de la  naturaleza; denuncian la limitación, explotación y cosificación del cuerpo y del dolor (Louise Bourgeois, Anna Jermolaewa, MANON), la industria quirúrgica, protésica y farmacéutica, su consumo y sus desechos (Damien Hirst, Joseph Cornell, MANON, Duane Hanson, Stefan Burger, Marc Quinn, Pipilotti Rist) y cuestionan los fundamentos de la identidad biológica, la (hetero)sexualidad y la transexualidad, la separación técnica cuerpo-psique y conceptos como “humano”, patología, enfermedad y “normalidad” (Kiki Smith, Sabian Baumann, Veronika Spierenburg, Martin Kieppenberger). Proponen una apertura a potencias curativas no contempladas por la razón: el poder terapéutico del lenguaje y del gesto, de las emociones y los afectos, del movimiento y la expresividad en la performance y la danza (Anna Halprin, Ferdinand Hodler), de las dimensiones oníricas y nemotécnicas, de la solidaridad del grupo y la comunidad frente al SIDA y  por último, la distancia irónica frente a pandemias como COVID-19 y la masificación gregaria y normativa del concepto de salud y enfermedad.

Curaduría: Cathérine Hug

Hasta: 17 de julio 2022

 

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