Por: Chus Tudelilla

Mathias Goeritz, cartel de Altamira, 1949 (versión en francés)

Cómo pensar siquiera que a Mathias Goeritz y Marianne Gast podía pasarles inadvertido el afán desmedido del gobernador civil de Santander por convertirse en adalid del nuevo Estado. A su lado, además, tenían a los mejores interlocutores para compartir y “vender” sus proyectos: Pablo Beltrán de Heredia y Ricardo Gullón. Muy pronto comenzaron las propuestas.

El 2 de septiembre de 1948 Goeritz quedó en Santander con Beltrán de Heredia para enseñarle el cartel que se le había ocurrido hacer de Altamira. En la reunión, a la que asistieron Marianne Gast y Ricardo Gullón, hablaron también de una posible exposición de Goeritz en Santander, y de las fotografías que Marianne Gast había realizado en Santillana del Mar. El 22 de septiembre se inauguró la muestra 12 pinturas de Mathias Goeritz en el saloncillo de Alerta, y el 26 supo que el gobernador había aceptado el cartel en cuyo diseño, presupuesto e impresión, Goeritz comenzó a trabajar el 4 de octubre, al día siguiente de su llegada a Madrid. Las gestiones se extendieron hasta el 19 de enero de 1949. Se imprimieron también tarjetas postales y hubo un intento de promocionar el cartel en el NO-DO que no salió adelante por su elevado coste. El cartel gustó a todos, también a Antonio Saura que no tardó en solicitar un ejemplar a Beltrán de Heredia.

Al tiempo que Goeritz trabajaba en el cartel de Altamira, Beltrán de Heredia le encargó, a fines de octubre de 1948, el logotipo para el Cine-Club de Santander. A pesar de que Goeritz no sabía qué era eso del cine-club, qué significaba o qué debía representarse, dibujó unas sencillas viñetas que gustaron.

En la carta que Goeritz escribió a Beltrán de Heredia a comienzos de octubre de 1948, Marianne Gast aprovechó para comentarle que estaba preparando las fotografías. El 20 de ese mes, le envió una selección insistiéndole en que solo eran pruebas; a Beltrán de Heredia le gustaron, y Marianne se comprometió a enviarle alguna más. El 3 de diciembre Lafuente Ferrari contestó al encargo de Beltrán de Heredia: escribirá El libro de Santillana siempre que no fuese urgente. En una de las cartas de Goeritz a Beltrán de Heredia, de enero de 1949, le participaba la alegría de Marianne Gast por su protección en lo que se refería a las fotos de Santillana, “a ver si el gobernador pica”. En abril, seguían a la espera. En mayo ya está todo en marcha, pues Lafuente Ferrari había enviado a Beltrán de Heredia la relación de fotografías que necesita para escribir el libro. Pero surgen los problemas: a pesar de estar muy animada para realizar el encargo, Marianne Gast confiesa a Beltrán de Heredia que no dispone de películas, que ha de limpiar la cámara…, y por unas u otras razones el viaje a Santillana se retrasa, tanto, que finalmente decide enviarle, días antes de salir a México, una nueva colección de fotografías del verano de 1948.

En noviembre de aquel año, Goeritz solicitó a Eduardo Westerdahl información sobre su “Escuela Experimental” que conocía a través de Ferrant; de paso le contó que en agosto había fundado en Santillana del Mar la Escuela de Altamira: “un movimiento de pintura y escultura abstracta. Junto con unos discípulos, todos mejicanos y nicaragüenses, etc., hemos trabajado durante todo el verano, inspirados por las cavernas. Era un plan solo para un verano, pero -junto con el pintor y amigo Benjamín Palencia- que se ha entusiasmado con la idea, queremos seguir el movimiento como escuela aquí en Madrid”. En enero de 1949 vuelve a insistirle, sin respuesta, y le manda el cartel de Altamira. Y ya en mayo le pone al tanto de sus conversaciones con el gobernador de Santander para celebrar una reunión en Altamira, un plan que en julio se hizo realidad aunque finalmente Goeritz no participó por coincidir con su, entonces obligado, viaje a México.

Queda un último encargo. En 1947 Beltrán de Heredia comenzó a colaborar con el gobernador civil Reguera Sevilla, delegado especial del Gobierno en la reconstrucción de Santander tras el incendio que asoló la ciudad en la madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941, en el programa de actividades en torno a la exposición El Avance Montañés que se celebraría durante el verano de 1949 en el grupo escolar de Peña Herbosa. En abril de ese año Beltrán de Heredia solicitó el cartel de la “Reconstrucción” a Goeritz, que aceptó. Para una primera idea necesitaba fotografías de edificios en ruinas y reconstruidos, que irían montadas de un modo muy sencillo: una al lado de la otra. Siguió una nueva propuesta: sobre un fondo de llamas rojas y amarillas, un círculo central en negro con imágenes de casas reconstruidas y la leyenda “Reconstrucción de”, en la parte superior del cartel y en la inferior: “Santander”. El diseño no le convencía porque, según dijo, la idea no era suya sino del gobernador. “Supongo que un buen cartelista tiene más experiencia en este asunto que yo, y que le sale más fácil un buen cartel. Además -como la idea existe ya- no tiene nada más que realizarla”, se excusó. Goeritz no dudó en confesar a Beltrán de Heredia lo mucho que le está costando diseñar el cartel aunque creía que, por fin, había encontrado una solución que podría gustarles: había incluido una mano, la izquierda y no la derecha como en el cartel de Altamira. El fondo del cartel iría en amarillo, y en azul claro las letras y la mano, para que así destacase el fotomontaje. Incluyó una serie de “reflexiones” para explicar la incorporación de la mano: era la del obrero encargado de la reconstrucción de la ciudad; las letras como en el cartel de Altamira, que podrían ir en negro en vez de en azul; atiende a la sugerencia sobre el texto que le hace Beltrán de Heredia: arriba “Exposición” y abajo “de la / Reconstrucción de Santander / verano de 1949”, aunque cree que sería mejor “Reconstrucción” arriba, y abajo “de Santander / exposición – verano 1949”. Respecto al tamaño del cartel, piensa en un formato reducido para así imprimir miles de ejemplares que puedan colocarse en todos los escaparates y esquinas de la ciudad. Siguieron nuevos bocetos y explicaciones por el carácter demasiado abocetado de sus dibujos. Hasta que el 25 de junio, Goeritz informó a Beltrán de Heredia de su conversación en Madrid con el gobernador: hablaron del “plan Altamira”, que urgía poner en marcha, y sobre cómo debía ser el cartel de la “Reconstrucción”. Consciente de que sus bocetos no gustaban aconsejó a su amigo buscar otro cartelista.

El 15 de diciembre de 1950, Ángel Ferrant respondía a la petición de Pablo Beltrán de Heredia. Los dibujos que le mandó ocuparon las cubiertas del libro de Joaquín Reguera Sevilla, La reconstrucción de Santander, publicado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en 1950.

El Archivo de Pablo Beltrán de Heredia en la Biblioteca de la Universidad de Navarra conserva la correspondencia mantenida con Mathias Goeritz y diversa documentación de los proyectos que aquel le encargó, a los que se hace referencia en este artículo.

Chus Tudelilla
Autora del libro Mathias Goeritz. Recuerdos de España 1940-1953 (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2014)

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