Kunstraum Kreuzberg / Bethanien, Berlín
Artistas:
Dennis Adams, Barbara Breitenfellner, Rüzgâr Buşki, İpek Duben, Nika Dubrovsky, Galit Eilat, Noa Gur, Dominique Hurth, KwieKulik, Suzana Milevska with Sam Richardson, Krystal Shelley & Shevaun Wright, Roee Rosen, Susanne Sachsse, Ekaterina Shelganova
Bajo la curadoría de Sonja Lau y con la participación de dieciséis artistas internacionales, Guilty, guilty, guilty! Entwürfe zu einer feministischen Kriminologie ( Esbozos para una criminología feminista) aborda el poder jurisdiccional y las esferas legislativa y burocrática a través de obras (video, fotografía, documentación e instalaciones) basadas en hechos reales sobre juicios y delitos de mujeres, planteando la necesidad de una criminología con un enfoque de género que dé visibilidad a los discursos feministas. La/os artistas analizan los casos en que las mujeres rompen y trasgreden la ley así como las formas en que son juzgadas y criminalizadas por un sistema judicial que bajo la apariencia científica de “neutralidad” legal, ha tratado la delincuencia femenina desde un enfoque legislativo masculino, ignorando, marginando u ocultando los contextos, situaciones y condicionantes sociológicos, antropológicos, familiares, económicos y sexuales de los delitos.
Podrían escribirse cientos de páginas sobre la injusticia con la que las mujeres han sido criminalizadas legalmente por el hecho de su condición biológica, construyéndose culturalmente una condición (de inferioridad) de género y ejerciendo, por parte de la ley, un control y una violencia simbólica, punitiva y fáctica en culpas y castigos específicos. Citaré dos hitos históricos del Derecho religioso y civil renacentista y de la criminología moderna, cuya lectura es básica para conocer las brutales distorsiones imaginarias del sexismo y la misoginia: el tratado Malleus Maleficarum (en España apareció bajo el titulo El martillo de las brujas, para golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza), escrito y compilado por dos monjes alemanes, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger y publicado en Alemania en 1487, que desató la caza, los juicios contra “brujas”, la tortura y las masacres en toda Europa hasta mediados del siglo XVIII (la cantidad de mujeres asesinadas y quemadas por “brujas”, tanto por católicos como por protestantes, varía, según autores, de sesenta mil a dos y cinco millones, principalmente en Alemania, Francia, Italia e Inglaterra; en España, si bien hubo procesos y cazas de brujas, estos métodos fueron mayormente rechazados por los teólogos del Consejo de la Suprema Inquisición y relacionados con la herejía). A lo largo de tres siglos hubo en estos países un debate delirante entre filósofos, médicos y teólogos que dispuso legislativamente de los cuerpos, los bienes y la muerte de las mujeres según supersticiones, prejuicios y creencias morales y religiosas; y La donna delinquente, la prostituta e la donna normale (1903) del médico italiano Cesare Lombroso, fundador de la criminología o antropología criminal, cuyos estudios en cárceles y manicomios, basados en aberraciones racistas, biológicas y fisiológicas, hoy desacreditados, marcaron las acciones policiales y judiciales a finales del siglo XIX y principios del XX.
Sonja Lau relocaliza el vacío en torno al significado de culpabilidad y de “ser culpable” en determinadas condiciones sociológicas y políticas: “Culpable de asesinato, o culpable de estar viva? ¿Culpable de romper la ley, o culpable de romperla porque se hizo de manera “poco femenina”?” La culpabilidad de estas mujeres ¿se acentúa por el hecho de serlo? ¿Están equiparados estos juicios a los de los hombres? Guilty, guilty, guilty! incide en el hecho de que las mujeres están subordinadas a la legislación y las decisiones judiciales desde un discurso ideológico masculino de la Ley, del delito y del juicio: “(…) mujeres artistas, “malas madres”, mujeres acusadas o mujeres víctimas en una frecuentemente causa perdida. En este contexto, la Corte no solamente aparece como un lugar de evaluación legal, sino principalmente como un espacio en el que una imagen política o ideológica de las mujeres es siempre implícitamente negociada y construida. ¿Qué es lo que, más allá de los parámetros judiciales, se discute aquí?”.
El caso de mujeres como la joven millonaria norteamericana Patricia Hearst, secuestrada por el grupo de guerrilla terrorista Symbionese Liberation Army en 1974 es abordado en una instalación fotográfica por Dennis Adams en Patricia Hearst, A Thru Z, basada en la publicidad mediática y las imágenes de la prensa. Ciento cuatro fotografías con la imagen de su rostro revelan su secuestro y el “escandaloso” anuncio, en un mensaje de audio, de ponerse del lado de los terroristas, participando en robos armados y apareciendo con un rifle de asalto en el atraco a un banco. Patricia Hearst alcanzó una notable popularidad relacionada con la circulación de su imagen, y su caso, una vez arrestada y juzgada, planteó la veracidad de la resolución judicial. En el juicio, declaró que “había sido encerrada y cegada en un armario y sometida a abusos físicos y sexuales”, lo que determinó su relación con los terroristas. Sin embargo, el argumento en su defensa se desestimó y fue acusada de atraco. Asimismo, Dennis Adams aborda en Outtake la figura de la periodista y comunista alemana Ulrike Meinhof y su film Bambule (1969), donde planteaba las estructuras represivas de los hogares para chicas y mujeres jóvenes, en una crítica al sistema de castigos y de educación violenta. Este film fue censurado hasta 1995, al conocerse la relación de Meinhof con la RAF. Ulrike Meinhof fue En 1970 fue una de las fundadoras y líderes del grupo terrorista armado Fracción del Ejército Rojo (Rote Armee Fraktion, RAF), conocido como banda Baader-Meinhof. Arrestada por la policía, fue juzgada y condenada a prisión por numerosos cargos: asesinatos, pertenencia asociación terrorista, robos, atracos. En 1976, Ulrike Meinhof apareció ahorcada en su celda. Los médicos forenses (uno de los cuales había sido miembro de las Waffen-SS y del NSDAP) certificaron suicidio y cuando se pidieron otras pruebas, el cadáver había sido mutilado para borrar las señales de asesinato, descubriéndose posteriormente que le había sido extraído el cerebro. Fueron numerosas las teorías que criminalizaron a Ulrike Meinhof, algunas pretendidamente “científicas”, como la del psiquiatra y profesor Bernhard Bogerts, que afirmó que se convirtió en terrorista debido a una operación cerebral. Su caso mostró los prejuicios, el rechazo y la aversión ideológica de la RFA hacia (hombres y) mujeres de extrema izquierda cuyas posiciones intelectuales defendían el desarme y el pacifismo y se oponían al capitalismo a través de la acción armada.
Ne seninim, ne de kara topragin, de la artista turca Rüzgâr Buski, realizada en 2022, desarrolla la historia, los juicios y las sentencias a tres mujeres turcas que, sometidas a abusos, palizas, violaciones sexuales y prostitución forzada, asesinaron a sus maridos. Encarceladas y dejadas más tarde en libertad, simbolizan la resistencia de las mujeres a la sumisión, su imagen como heroínas y el impacto que tuvieron en los movimientos feministas de Turquía; mientras que en Rusia, el caso de las Kachaturyan Sisters, con la condena de tres hermanas jóvenes que asesinaron a su padre tras muchos años de abusos y violaciones, desencadenó protestas contra el sistema judicial y manifestaciones a su favor, defendiendo la necesidad de que este tipo de crímenes fueran reconocidos como defensa propia.
En el caso de los procesos de divorcio, Nika Dubrovsky muestra, a través de su experiencia personal en la Corte de Berlín en 2010, la acumulación de archivos, notas registrales, notificaciones, documentos burocráticos y legales de su caso en una instalación de cuatro impresiones textiles, como cortinas, titulada Divorce as Burocratic Violence. Por su parte, Noa Gur reconstruye en una videoinstalación, The first Moments of Marwa El-Sherwini, el relato de un crimen que tuvo lugar en la Corte alemana y escandalizó a la población: su asesinato en el juicio, acuchillada con dieciocho puñaladas, por el agresor a quien había denunciado por insultos. Su propio esposo, que intentó ponerse entre ella y el asesino, recibió dieciséis puñaladas. ¿Cómo es posible que un cuchillo fuera introducido por el acusado en la Sala? ¿Hasta qué punto la falta de protección de la joven por parte del sistema judicial fue responsable de su asesinato? Asimismo, el caso de una adolescente palestina, arrestada por llevar un cuchillo en un paso fronterizo, juzgada y sentenciada como una mujer adulta por un Tribunal israelí, evidencia en el film del artista israelí Roee Rosen, Explaining the Law to Kwame (2021), el abuso de poder y las injusticias políticas de las leyes israelíes sobre niña/os y adolescentes palestinos.
Por último, cabe señalar el siempre renovado interés histórico por los crímenes del genocidio nazi en el Holocausto, en una instalación titulada The Background for an Evidence given by Women against Women (2022), de Dominique Hurth, que muestra la investigación de la artista a lo largo de los años en las figuras femeninas de los guardianas de los campos de concentración nazis. Hurth centra su obra en el primer juicio de Belsen (1945) y el primer y sexto juicios del campo de mujeres de Ravensbrück (1947-1948), con las preguntas de fiscales y abogados británicos a las acusadas, mostrando asimismo una documentación fotográfica de los juicios y el lenguaje jurídico empleado a través del cual la “habilidad” de las acusadas las llevó a evaluar sociológicamente y negociar su culpabilidad, bajo declaraciones que, a pesar de los testimonios de las testigos, aminoraban su responsabilidad, tales como que no participaron en los crímenes o que provenían de medios sociales y familiares precarios, lo que las indujo a aceptar ese tipo de “trabajos”. Se les atribuyó unas circunstancias vitales y unas características emocionales y de carácter que produjeron ambigüedad sobre su indefensión y participación en los crímenes, a pesar de los testimonios de las testigos. Si bien muchas de ellas, como en el caso de Ilse Koch, se suicidaron en prisión, o como Maria Mandel, Ruth Closius, Emma Anne Zimmer, Juana Bormann o Irma Gresse, tras ser juzgadas, fueron condenadas a la horca.
Hasta: 19 febrero 2023