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Barcelona Gallery Weekend 2020, una crónica

Lugar: Varias sedes. Barcelona |
Por: María Jesús Murría |

Con la llegada del otoño se celebró Barcelona Gallery Weekend: el evento que, desde hace seis años, abre la temporada galerística barcelonesa. Una edición más que, al igual que en todos los sectores, estuvo marcada por ese invitado no deseado que es la pandemia de coronavirus.

Lluís Barba The Punishment 2020

                                                    Lluís Barba The Punishment 2020    

Cabe por eso destacar de antemano la tenacidad y el esfuerzo de la organización para llevar a cabo el evento… cuando, sobre el mes de abril, en pleno confinamiento, ya se daba por perdida la edición de este año.

Algo que, en parte, sí ha ocurrido con la feria barcelonesa Swab Barcelona Art Fair ya que, siguiendo el ejemplo de Art Basel, y otras ferias, optó por trasladarse al ámbito virtual ofreciendo un despliegue muy completo en su web.

Tanto, quizás, que cierto exceso de programación, apartados y subapartados, hacía que la navegación fuera lenta y compleja: es el riesgo que siempre se corre en la red, llevamos ya años sumergidos en ella y bien sabemos que Internet puede ser un buen aliado, o todo lo contrario.

Tal fue el caso de la VIP Art Fair lanzada desde Berlín a la red en 2010, solamente duró dos ediciones. Pero hay que tener en cuenta que entonces no apremiaba la necesidad de buscar alternativas como ahora nos obliga la Covid-19.

En cualquier caso, se trata de una primera experiencia barcelonesa de “feria on-line”, tanto para emisores como para receptores.

Según el primer balance de los organizadores, la aplicación de Swab ha recibido 11.000 descargas y más de 14.000 visitantes en quince días.

Los visitantes españoles han sido el grupo mayoritario (37%) seguidos de los chinos ( 22%). En la edición on-line de la feria han participado 75 galerías y 200 artistas. Del volumen de ventas no habla el informe.

La pandemia de coronavirus, por otra parte, nos está ofreciendo paradojas casi cada día, como la apertura de la primera tienda de mascarillas de diseño, creada en el espacio que ocupaba una galería de arte del núcleo de galerías de la calle Enrique Granados.

O, situaciones tan crudas como la de la Fundación Miró, que se ha visto abocada a abrir únicamente en fines de semana, justo, precisamente, cuando está celebrando la exposición “No me oyes” de la artista india Nalini Malani.

La muestra es una de las mejores que se han realizado en la Fundación, y no en vano ha sido nominada para los premios Global Fine Art Awards de este año.

La buena noticia es que, si el virus finalmente no lo impide, el Festival Loop de videoarte sí se celebrará (del 10 al 22 de noviembre) y, junto a él, la Loop Fair. Aunque en esta edición la feria no podrá hacerse en las habitaciones de un hotel, como es su espacio genuino desde sus inicios, sino que una parte se hará on-line y otra en las salas del Palau de Mar de Barcelona.

Barcelona y L’Hospitalet

Volviendo a Barcelona Gallery Weekend, señalar que el evento anual es una iniciativa de la asociación de galerías Art Barcelona, que este año cumple 30 años.

La asociación reúne en la actualidad a 32 galerías de arte, tres de ellas establecidas en la vecina L’Hospitalet de Llobregat: Ana Mas Projects, etHall NoguerasBlanchard, cuyo director, Àlex Nogueras, es el presidente de la asociación desde 2017.

El hecho de que el weekend de galerías cuente con espacios de arte establecidos en L’Hospitalet es positivo, genera diálogo entre ciudades, a la vez que contribuye a reforzar la vida cultural que esta ciudad mantiene – tirando un poco lejos- al menos desde la fundación de los Talleres Pubilla Kasas en 1977, y la creación del desaparecido Centre d’Art Alexandre Cirici en 1986.

El centro, que dirigía Josep Parera (un antiguo miembro del histórico Grup de Treball), puso en marcha desde sus comienzos L’H.Art, seguramente la primera iniciativa de todo el Estado centrada en la producción y realización de proyectos de artistas destinados a la intervención en el espacio público.

En la edición de este año de Barcelona Gallery Weekend han participado 28 galerías mostrando el trabajo de 60 artistas, en su mayor parte locales.

La Covid-19 no ha impedido que performances, debates, conciertos y visitas guiadas se celebraran, añadiendo como refuerzo la posibilidad de visualizar on-line la presentación en vídeo de cada una de las galerías participantes, junto con sus artistas y las obras expuestas.

Si bien, el fin de semana galerístico tuvo lugar entre los días 17 y 20 del pasado mes de septiembre, muchas de las exposiciones presentadas pueden visitarse durante todo el mes de octubre, e incluso, durante los meses de noviembre y diciembre.

El tiempo retratado

En un recorrido por algunas de las galerías, destacaremos en primer lugar la presencia del trabajo de artistas que ya forman parte de la historia de nuestro arte.

Tal es el caso de la espléndida exposición que, la también histórica Sala Parés (fundada en 1877), ha dedicado al fotógrafo catalán Tony Catany (1942-2013), treinta años después de que expusiera su obra en esta misma sala.

La muestra, titulada “Cossiols, el temps retratat”, rememora un pequeño libro que el fotógrafo público con imágenes de macetas (cossiols) realizadas en el corral y en la casa de Lluchmajor (Mallorca), donde vivió los primeros años de su vida.

Son fotografías de una austeridad y una belleza absolutas, en las que no cabe la fácil etiqueta de “pictorialismo”. A partir de estas imágenes, la exposición se abre a mostrar obras que se relacionan directamente con la serie de las “macetas”, hasta constituir, casi sin querer, en una emotiva retrospectiva sobre el artista.

“El tiempo retratado” es, al igual que las fotografías de Tony Catany, la búsqueda que se refleja en los lienzos realistas de Gorka García Herrera -que se exhiben también en la Sala Parés-, pero es un tiempo afirmado a través de la ruina y la evocación de la tragedia y la destrucción.

El ceramista Llorens Artigas (1892-1980) es, por otra parte, el artista histórico que inicia la exposición “El arte del vacío” que presenta la galería Artur Ramon Art.

La exposición muestra de forma amplia la evolución de la cerámica en Cataluña, partiendo, precisamente, de Llorens Artigas como la figura referencial de la cerámica contemporánea: tanto por su trabajo personal, como por su fructífera colaboración con Joan Miró. Cerámica que, como se puede constatar en la muestra, muchas veces tiene más que ver con el concepto de “escultura abstracta”, que se maneja en general desde las vanguardias históricas, que con una especificidad que vaya más allá del proceso y los materiales cerámicos.

Pintor en Nueva York

La influencia de los Estados Unidos en el arte y la experiencia vital de José Guerrero (1914-1991 ) es, finalmente, otra de las muestras destacables dedicada a uno de los artistas españoles más reconocidos. La exposición, que se celebra en la galería Mayoral, ha sido comisariada y documentada por Juan Manuel Bonet.

La muestra reúne 11 obras del pintor granadino realizadas entre 1959 y 1967, años fundamentales en la trayectoria de José Guerrero, tras instalarse en la ciudad de Nueva York en 1950… “Pintor en Nueva York” le llamaría Jorge Guillén en una bonita comparación con el “Poeta en Nueva York” que fuera el también granadino Federico García Lorca.

La decidida inmersión de Guerrero en el ambiente cultural norteamericano de postguerra supuso para el artista abrazar la abstracción a partir de la influencia de pintores Escuela de Nueva York como Robert Motherwell, Franz Kline o Mark Rothko.

Del mismo modo que supuso, también, la aceptación y la integración en el sistema artístico americano, a partir de su participación en las exposiciones más destacadas dedicadas al “expresionismo abstracto”, y de la acogida de galeristas como Betty Parsons, una de las principales promotoras del movimiento.

Obras como la magnífica “Black and Yellow” (1959), que se muestra en Mayoral, nos transmiten la espontaneidad y la fuerza gestual de José Guerrero que emana directamente de la influencia de la Action Painting, y del uso del negro junto a una reducción selectiva del uso de los colores.

Así comenzarían, pues, “a gritar” sus cuadros y a tomar “un nuevo camino”, tal como solía referirse Guerrero al hablar de su experiencia neoyorkina.
Son obras muy vibrantes, que nos remiten al origen, por no decir que al núcleo duro, de todo el trabajo que el artista desarrollará desde la década de 1970 en composiciones estructuradas a partir de la combinación de barras y planos de color… que es, precisamente, el “José Guerrero” más conocido.

New Paintings

Del vitalismo de esta “pintura pura”, querida y buscada por el artista granadino, pasamos a la que, en cierto modo, podría considerarse su polo opuesto: la abstracción parlante de Peter Halley exhibida en la galería Senda.

La exposición, titulada, “Peter Halley. New Paintings”, reúne seis obras de gran formato realizadas este mismo año por el artista y profesor norteamericano, la figura más reconocida – y reconocible- del Neo-geo emergente a mediados de la década de 1980.

La muestra se acompaña de la edición de “Escritos sobre arte” (Senda Ensayo, 2020), libro que reúne en castellano una selección de textos de Peter Halley escritos entre 1981 y 2001. Se trata del aparato teórico con el que el artista fundamenta su investigación permanente en torno a la tensión entre la geometría y lo social.

La abstracción de Halley remite, en realidad, a la abstracción de una sociedad atomizada en espacios de poder: ese es el contenido de su obra. En una primera mirada, su trabajo acostumbra a tomar la forma básica de un organigrama organizativo, similar, por ejemplo, al de cualquier corporación…

Pero, en una segunda mirada, la propia geometría del organigrama se nos revela como prisión, celda o, también, como circuitos o espacios imprecisos conectados por conductos que se combinan junto a otros lugares de aislamiento representados como compartimentos estancos.

También nos viene pronto a la mente la imagen del “microchip”, o de cualquier componente tecnológico; así como, por su luminosidad fosforescente (más marcada aún en estas últimas obras), el conjunto parece emanar de una pantalla o estar situado entre los brillos de un centro comercial.

La ambición del estructuralismo de hallar un método sistémico capaz de dar razón de la complejidad, está tan presente en el propósito de Peter Halley, como lo está su devoción por los textos más conocidos de Michel Foucault : especialmente por “Vigilar y castigar” (1975), en lo que respecta al análisis del control social y las sociedades disciplinarias. Y por la famosa conferencia “Des espaces autres” (1967) en la que el filósofo francés esbozaba su concepto de “heterotopía” extrapolable a todo espacio, real o imaginario, utópico o distópico.

No en vano, “Heterotopía I” fue la gran instalación de Peter Halley que se exhibió en el espacio del Magazzini del Sale -3, en la última edición de la Bienal de Venecia (2019).

La obras presentadas en la galería Senda, remiten igualmente a la idea de heterotopía y, a modo de “escultopinturas”, trascienden la superficie plana y el rectángulo pictórico utilizado tradicionalmente por Halley, para recortarse en el espacio y expandirse hacia cualquier dirección: son una metáfora de la sociedad digital.

El sentido de la vista

Desde que, en 2015, la galería Senda instalara su nueva sede en el local de una pequeña antigua fábrica textil de la calle Trafalgar, en el barrio barcelonés de La Ribera, un núcleo vivo y reciente de espacios de arte se ha venido formando en esta zona.

Espacios como la creación, en 2017, de la Galería Uxval Cochez y de Bombon Projects, o el proyecto Didalica, iniciado en 2019.

El sentido de la vista es el protagonista de las exposiciones que muestran Bombon Projects y Didalica, dos galerías que, prácticamente, se encuentran puerta con tema y que , queriendo o sin querer, comparten el mismo tema.

En Bombon Projects se encuentra la instalación de Anna Dot “Escritos para la piel vidente”. El eje central del montaje es el vaciado de la pintura “La parábola de los ciegos” de Pieter Brueghel el Viejo (1568).

Un vaciado del que solamente han quedado los palos de los ciegos flotando en el blanco espacio de la galería, pero en la misma disposición que en el cuadro: se adivinan los cuerpos de los ciegos, pero sin verlos.

Tal vez en el modo de subrayar esta “presencia de la ausencia” resida toda la intención de la artista a la hora de indicarnos -en un texto que repasa distintas experiencias de percepción no-vidente- que su trabajo “no va sobre la ceguera o el no ver, sino que es un intento de activar nuevas coreografías para nuestros cuerpos en el espacio del arte. Coreografías que no necesariamente se guíen por la vista y que reanimen la mano en nuestra orientación en el mundo, en el reconocimiento del otro y en la propia expresión”.

El reconocimiento del otro, o más bien, el ponerse en el lugar del otro, es también el sentido de “Los Dalton”, la exposición que se presenta en el espacio de la galería Dilalica.

Es un trabajo colaborativo de tres artistas: Miguel Fructuoso, María Sánchez y Miguel Ángel Tornero. La idea partió del hecho de que Miguel Fructuoso fuera diagnosticado como daltónico, y del deseo de sus amigos artistas de empatizar con él.

A través de pinturas, vídeos y una instalación los tres artistas tratan de reproducir la experiencia de percibir los colores como una persona daltónica, a partir de los tests médicos que se utilizan para el diagnóstico y de un simulador de daltonismo (la aplicación Sim Daltonism)… Una experiencia que se sabe imposible de antemano – como imposible es estar en la piel de otro- , pero que cobra interés en la propia complicidad de los artistas y en el proceso conceptual establecido a través de la indagación sobre el color.

Viejas amenazas, nuevos ejércitos

La reflexión sobre la vulnerabilidad del ser humano, a través de la epidemia del Covid-19, es el propósito de la instalación “Old threats. New armes” que el artista Lluís Barba exhibe en la galería Contrast.

El centro de atención son unas bolas con balas incrustadas que recuerdan de inmediato a la imagen microscópica del coronavirus que conocemos… pero, lo más inquietante, es que penden de un hilo y se mueven de forma natural, como si estuvieran buscando un huésped.

Es así como describe su intención el propio artista, que no ha dudado en fijar un código de barras en cada una de las bolas junto a la inscripción de la palabra “punish”.

Para Lluís Barba, las viejas amenazas son todos los virus del pasado, mientras que los nuevos ejércitos serían el despliegue de epidemiólogos, sanitarios o desinfectadores, llamados a combatir al nuevo enemigo invisible que se expande sin límite en nuestro tiempo de globalización.

Su terapia de confinamiento se centró en la concepción y realización de la instalación. Algo muy propio de este artista cuyo método de trabajo no es otro que el de absorber como una esponja el absurdo y las contradicciones de la sociedad y el tiempo que le ha tocado vivir, para luego convertir en imágenes el producto de tal empacho.
Tarea ingente que, como es natural, conduce al pesimismo, y de la que únicamente se puede salir vivo con buen sentido crítico y grandes dosis de humor.

Y esto es, precisamente, lo que más llama la atención de los abigarrados y laboriosos collages fotográficos que se exhiben junto a la instalación en la galería.

En todos ellos, las grandes obras de arte del pasado son sometidas a una nueva reinterpretación por parte de Lluís Barba. Sea el Juicio final de Miguel Ángel, o el Juicio final de El Bosco, o sean las series de los grabados de Goya.

De este modo, las obras revisitadas por el artista se convierten en un escenario barroco por el que desfilan todos los personajes imaginables, como si fuera un cómic tragicómico y eterno, sin principio ni fin. Es el gran teatro del mundo en el que cada cual representa su papel.

De entre todos los personajes, y al menos un par de veces, no topamos con un sonriente Umberto Eco. Sí, el de “Apocalípticos e integrados”. Y es que sería posible imaginar que, de haberlas conocido, estas obra de Lluis Barba hubieran hecho las delicias del semiótico italiano.

Tal vez su sonrisa se habría convertido en sana carcajada ante tal mar de signos, roles sociales y actitudes humanas.

Sobre todo cuando en muchas obras nos encontramos con personajes que parecen tener tantos poderes como Superman: el héroe de la cultura de masas analizado por Eco que hoy día bien puede representar el triunfo del integrado ante el lamento del apocalíptico. A ver quién gana.

Propaganda

La reflexión sobre las relaciones entre el arte y el poder a lo largo de la historia es la propuesta de los dibujos al carbón del artista Kepa Garraza que se exhiben en la galería Víctor Lope.

Las obras forman parte de la serie “Propaganda”, una extensa serie que gira en torno al propio concepto de propaganda política y social, a partir de la presentación directa de personajes representados en piezas de arte de todos los tiempos que, de un modo u otro, evidencian su papel en relación con el poder en los distintos contextos históricos.

De este modo, las obras reunidas en la sala abarcan, desde la representación realista – e innovadora para la época- del faraón egipcio Akenatón, hasta Justin Trudeau, el actual primer ministro de Canadá, figura mediática donde las haya.

La muerte de Marat pintada por David, el rey Luis XVI en prisión del pintor Pierre Danloux, o la imagen intimista de Lenin tomando notas, de Brodsky, son otras de las representaciones que comparten la sala.

El hecho de verlas juntas en el espacio de la galería, permite hacer sobre todas ellas un barrido visual, o una suerte de “plano secuencia”, que atraviesa los siglos en un instante y conduce de inmediato hacia la reflexión propuesta por el artista.

Pero hay algo más que potencia esta sensación: es el efecto de distanciamiento que Kepa Garraza consigue pasando las obras de arte históricas al riguroso y contrastado blanco y negro de sus dibujos.

La percepción en blanco y negro iguala a todas las obras de arte aludidas. Al mismo tiempo que crea una nueva realidad. Una realidad fantasmal, si se quiere, pero es esta nueva realidad la que nos conduce a su nueva lectura.

Si a ello le sumamos la impecable factura técnica de las obras de Kepa Garraza, tenemos ya el 100% de los elementos que hacen que su trabajo sea potente, tanto en esta serie como en las series anteriores centradas siempre en su interés por el ejercicio del arte como cuestionamiento.

Y es que, es el propio efecto del cuestionamiento el que, tras ver la exposición “Propaganda”, hace que de golpe nos venga por enésima vez a la mente el dilema clásico que se resume en preguntas parecidas a esta: “¿puede existir un arte como contrapoder que no acabe convirtiéndose en algún tipo de poder?”. Es el pez que se muerde la cola, una pescadilla.

Chile despierta

La revuelta popular que emergió en Chile el 18 de octubre de 2019 es el origen de “Primera línea”, la exposición del artista Fernando Prats que se celebra en la galería Joan Prats.

El movimiento insurreccional, que en muchos aspectos guarda analogía con el 15-M español, tuvo como detonante las protestas juveniles motivadas por la subida del precio de los billetes de metro.

Se extendió por el país durante dos meses y, como primer logro, arrancó el compromiso del gobierno de convocar un plebiscito en vistas a la posibilidad de crear una nueva Constitución. Sería la primera que se genere desde el gobierno de Augusto Pinochet. No en vano, pues, al movimiento se le conoce como “el despertar de Chile”.

Fernando Prats, chileno residente en Barcelona, se ha involucrado en la realidad sociopolítica de su país en esta muestra que tiene como pieza central la instalación “Sublevación”: una barrera que, a modo de “primera línea”, va de pared a pared en la galería, y que está formada por 18 banderas de Chile enrolladas. Las banderas fueron intervenidas por los participantes en las protestas con lemas del movimiento.

En el espacio de la galería, esta primera línea de lucha se nos presenta, también, como un “horizonte” tras el que se vislumbra una pequeña pieza que alude a la “cordillera dentada” de la que hablaba Pablo Neruda para referirse a Los Andes.

Las alusiones a la propia energía de la tierra chilena, así como las referencias que el artista hace a la cultura local mapuche en esta exposición, son las que terminan de aportar un registro poético al conjunto de obras en la medida que envuelven, a la vez que trascienden, la inmediatez de los hechos.

Unos hechos sin embargo que para muchos son irreversibles. Como “Irreversible” es el título de la obra que alude a las 650 personas que perdieron uno o dos de sus ojos en la represión de la revuelta.

La pieza, abstracta en apariencia, está formada por cuadrados de vidrio ennegrecidos con humo de forma total o parcial como metáfora de los distintos grados de pérdida de la visión.

El humo con las que están realizadas la mayoría de las piezas de “Primera línea” remite al humo que desprendían los neumáticos incendiados en las barricadas de la revuelta…

Este humo es el correlato de la pintada que registró Fernando Prats al calor de los hechos: “Nos quitaron tanto que también nos quitaron el miedo”.

No podemos cerrar esta crónica sin hacer al menos mención de las exposiciones de cuatro galerías que merecerían igualmente un comentario detallado: “Time Bends as De Come Closer” del artista Pedro Torres, en la galería Chiquita Room; “Le Hasard Jamais” de Mar Arza, en la galería Rocío Santacruz; “Paisaje interior con Marina” de Mirko Mejetta y Mabel Palacín, en la galería Àngels; y, “Ella, el ojo, el dedo, la mano”, de Margaret Harrison, María María Acha-Kutscher y Núria Güell en la galería ADN. Las cuatro exposiciones pueden visitarse hasta el mes de noviembre. 

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